Título Completo:
Cofradía de Jaén del Santísimo Cristo de Chircales
Año de Fundación:
1867
Breve Historia:
Gracias a Don Juan Francisco Torres de la Casa, hermano mayor de la Cofradía de Jaén en aquel momento, que mandó encuadernar a sus expensas en el año 1899 los estatutos de la cofradía, hemos podido conocerlos. Estos estatutos, magníficamente encuadernados, reproducidos íntegramente al final, tienen un doble interés, ya que en parte estarían copiados de los existentes en Valdepeñas y nos hacen comprender la estructura de la cofradía en aquel momento.
Antes de reseñar el contenido de los estatutos, considero que es necesario analizar el informe del Fiscal Eclesiástico.
De él se desprende que hubo ciertas tensiones entre dos grupos (dos parcialidades) de la Cofradía. No sabemos cual es el motivo de la tensión, aunque de una manera indirecta se deduce que la fricción se produjo, porque unos querían que la Cofradía fuera totalmente independiente de la de Valdepeñas y otros que fuera filial de ella. Las personas que integraban cada uno de los grupos están descritas en el informe del Fiscal: Por una parte Eleuterio Domínguez, como fundador de la asociación, Juan Antonio García, Antonio Carrillo, Sebastián Martínez, Diego Díaz y el secretario Pedro Casanoba con otras muchas firmas de cofrades que sería largo citar; y de la otra Francisco Andrés Guzmán, Antonio Carrillo, Juan de Dios Casanoba, Fausto Rubio, José Huete y el Secretario Contador D. Juan José García Moreno.
Cada uno de estos dos grupos había elaborado suspropios estatutos y los había presentado al Obispo para suaprobación.
Al no ser posible canónicamente la erección de una doble cofradía bajo la misma advocación en la misma ciudad, con el fin de poner de acuerdo a las partes discrepantes, el entonces Obispo de la Diócesis Don Antolín Monescillo y Viso (1865‑1877), se sirvió nombrar persona bastante cualificada que pusiese de acuerdo a los cofrades todos, eligiese Junta de Gobierno, y dispusiese la confección de unos estatutos que llenasen el objeto piadoso a que estaban destinados y así se ha verificado.
Esta Persona cualificada, cuyo nombre desconocemos, llego al acuerdo con los dos grupos enfrentados, de nombrar una nueva junta de Gobierno y elaborar unos nuevos estatutos, que son los que se nos han transmitido con correcciones a lápiz hechas sobre el mismo texto.
Para la redacción de los nuevos estatutos, el Fiscal aconsejó al Obispo lo siguiente: Este ministerio fiscal es del parecer que se devuelvan los estatutos a la Cofradía para que reunida en Junta General, se entere de ellos y a continuación, manifiesten, si son suficientes las disposiciones que contienen para prever cualesquiera duda que por su índole especial pudieran ocurrir o proponga los artículos que haya de considerarse añadidos, firmando después la Junta de Gobierno y tres cofrades más por la Hermandad en general.
El Obispo aprobó el informe del Fiscal en fecha 11 de enero de 1867.
Debió tenerse esta junta General, sugiriendo la asamblea algunas enmiendas que no conocemos, aunque de poco interés, como se deduce de las tachaduras hechas con lápiz encima de la letra escrita. No las reseñamos, porque tienen muy poco interés.
Analizo el contenido de una manera muy breve, fijándome sólo en aquellos rasgos, que fueron típicos en aquellos momentos y cada lector puede seguir, si lee la trascripción hecha al final de este trabajo.
La terminología es distinta a la actual, ya que se habla del Gobernador en lugar de Hermano Mayor. Los miembros de la Junta de Gobierno se llaman Conciliarios, ya que junto con el Hermano Mayor forman la Asamblea o Junta que gobierna la Cofradía. En la cofradía existe también un depositario y un secretario.
Los contenidos coinciden con otros estatutos cofradieros de la época.
En cuantos a los cultos a realizar, la cofradía celebraba el día ocho de septiembre (a lápiz el 4) una fiesta al Cristo de Chircales en la Parroquia de San Bartolomé y otra en Valdepeñas, al día siguiente de la fiesta celebrada por la Cofradía de Valdepeñas.
Otra costumbre que se ha perdido en la actualidad, es el acompañamiento al entierro del hermano cofrade. Doce hermanos con sus respectivas velas, pagadas por la Cofradía debían asistir al entierro, según un turno muy riguroso que es determinado por el Secretario. Se hace un concierto entre los hermanos, con unas cuotas adicionales, en virtud del cual la cofradía se compromete a entregar doscientos reales para los gastos del enterramiento. Un antecedente del seguro de Santa Lucía, que era frecuente en aquel tiempo para poder atender a los gastos del enterramiento en aquella sociedad tan pobre.
El mismo ceremonial se repetía en las fiestas de septiembre. La romería partía del antiguo puente de Santa Ana de Jaén. Las caballerías y acompañantes hacían el peregrinaje a Valdepeñas hasta llegar al Egido de San Sebastián, donde eran recibidos por la Cofradía de Valdepeñas.
Las dos cofradías acudían a las eras de Santa Ana para recibir al Cristo, que era traído a hombros desde la ermita de Chircales.
Esta cofradía dejó de existir hacia el año 1950, cuando fueron muriendo D. Pedro Amate Romero, D. Rafael Palomino Gámez y D. José Brandi Carazo, que mantuvieron, prácticamente solos, la ilusión de venir a Valdepeñas a celebrar las fiestas del Santo Cristo de Chircales y la procesión.
Con anterioridad a esta fecha desaparecieron las cofradías de Martos y Los Villares. La desaparición de la cofradía de Jaén, creó un gran vacío en los valdepeñeros, que residían en Jaén capital. A partir de los años cincuenta se produce un proceso emigratorio, que va a dejar despoblado el pueblo de Valdepeñas. Un número bastante crecido, tal vez pasen de los quinientos, se fue instalando en Jaén y después de varios intentos, se constituye la nueva hermandad, que va a servir de cohesión y contacto de los valdepeñeros que viven en Jaén y al mismo tiempo para incrementar la devoción al Cristo de Chircales, que es el signo distintivo de todo valdepeñero, por encima de cualquier ideología o credo político.
Prefiero ceder la palabra a los mismos protagonistas, para que sean ellos los que nos cuenten todas las incidencias de esta restauración.
De la cofradía antigua solo quedan una bandera, un gallardete y tres cetros en mal estado todos ellos, y otros datos custodiados por la Cofradía de Valdepeñas.
Tras algunos intentos de resucitarla y recomponerla, que no llegaron a cuajar, ya que todo quedó en buenas intenciones, se presentaron las fiestas de septiembre del año 1985 y, al salir la procesión del Cristo a la calle, se observó la presencia de un grupo de Valdepeñeros, residentes en Jaén, que, tomándose los viejos cetros de la antigua Cofradía, demostraban su amor al Santo Cristo y manifestaban su espíritu de unión y deseos de empezar una nueva etapa de la Cofradía de Jaén.
Fueron llamando a los que se encontraban en parecida situación para que se incorporaran al grupo de Jaén que estaba dispuesto a resucitar la antigua Cofradía. Unos se incorporaban en el momento, otros lo dejaron hasta ver hasta donde llegaba la ilusión de los promotores para despertarla. Pero esta vez no iban a ser vanas las esperanzas. Había que esta que aprovechar esta efervescencia y esta inesperada espontaneidad para encauzarla antes de que se apagara y se perdiera.
Y así fue como fuimos convocados, casi anónimamente, Por Dñª. Maria José Amate, hija de D. Pedro Amate, Hermano Mayor de la última Junta de Gobierno de la Cofradía de Jaén.
Después de muchas reuniones informales y contactos personales, nos reunimos el 14 de 0ctubre de 1985 en el Salón de Actos de la Iglesia Parroquial de Cristo Rey, en Jaén. Presidía un miembro de la Cofradía de Valdepeñas, D. Juan Martínez Rojas, quien había facilitado los domicilios de los valdepeñeros residentes en Jaén y que actuó como moderador de aquella reunión inicial.
Tras una laboriosa discusión se eligió una junta Gestora, encargada de las siguientes misiones que habrían de iniciarse desde el día Siguiente:
‑Redacción de los Estatutos de la nueva Cofradía.
‑Formalización de la afiliación de cofrades y fijación de la cuota.
‑Gestionar con la Cofradía filial de Valdepeñas la consolidación de ésta.
-Recuperar los emblemas, cetros, banderas y estandartes de la anterior Hermandad.
‑Iniciar la andadura de la nueva Cofradía.
Dicha Gestora que salió de esta reunión, retomó las riendas de la nueva Hermandad y se comprometió a cumplir los objetivos que se habían fijado.
Estaba compuesta por D. Juan Martínez Rojas, Dñª. Maruja Amate y los futuros miembros de la Cofradía de Jaén: D. Juan Extremera, D. Francisco Escabias, D. Manuel, D. Ángel Luque Pardo y Dñª. Ana María Campos.
Se celebran diversas reuniones en la casa de Dñª. Maruja Amate y se inicia el entramado de los Estatutos que tienen que basarse en las directrices dictadas por el Sr. Obispo para adecuación a todos los Estatutos de las Cofradías que existían en aquellas fechas. Por fin en diciembre de 1985 de aquel año se presentaron los Estatutos para su aprobación por parte de Obispo Diocesano.
El día 17 de febrero siguiente se presenta en el Obispado de Jaén la solicitud de erección canónica, junto con la autorización del Párroco de San Juan de la Cruz, de Jaén, D. Tomás Colmenero, para establecer la sede canónica en aquella Iglesia Parroquial. Se acompaña la relación de los primeros Cofrades.
El 28 de abril se celebra la primera asamblea de cofrades con la finalidad principal de celebrar las primeras elecciones y designar a la junta de Gobierno inicial, aunque con carácter provisional hasta la aprobación de los estatutos y con poderes para fijar la cuota anual, hacer gestiones para la fabricación de cetros y hacer la presentación oficial de la Cofradía.
De esta primera Asamblea, la candidatura más votada fue la formada por los siguientes cofrades:
Hermano Mayor: D. Antonio Torres Valderas
Vice Hermano Mayor: D. Florencio Extremera Contreras
Administradora: Dñª. Mª Josefa Amate Delgado
Vocal 1º: D. Juan Extremera Montes
Vocal 2º: Francisco Escabias Aceituno
Vocal 3º: Dñª. Ana Mª Campos Torres
Secretario: D. Ángel Luque Prado
En aquella misma reunión se fijó la cuota en 1000 pesetas anuales y se dejó para las Fiestas del Cristo de Chircales, en septiembre, para hacer la presentación oficial de la Cofradía, cuando estuviéramos mejor organizados y con los cetros en nuestro poder.
Elegimos un dibujo para logotipo de la Cofradía que sería el que figuraría en la cabecera de los cetros, en el emblema de nuestra bandera y en el sello de la Hermandad. Nos pusimos en contacto, en Baena, con la Casa ORALBA (hoy desaparecida), para la confección de los 50 primeros cetros que cada cofrade pagó de su bolsillo y pasó a ser de su propiedad y custodia. Igualmente se repararon las astas de las banderas y del gallardete y se encargo a las monjas el traspaso de los bordados del anterior gallardete a un nuevo terciopelo.
El día 16 de Mayo se dirigió la primera carta del Hermano Mayor a los Cofrades, anunciándoles esta novedad de la adquisición de los cetros y estableciendo para el próximo día 28 el Acto de juramento de los Cofrades y de la Junta de Gobierno.
Este solemne acto se celebra en la Ermita del Santo Cristo y lo preside el Consiliario de la Cofradía, D. Félix Martínez Cabrera, entonces Vicario General de la Diócesis y Deán de la Santa Iglesia Catedral. Resultó un acto muy hermoso, porque acudieron la mayoría de Cofrades, con sus familias, y de la Cofradía filial de Valdepeñas. Se realizó una comida de hermandad que resultó muy concurrida, por su parecido con la Romería y por el público que participo en ella, le pusimos a esta fiesta el sobrenombre de Romería Chica.
El día 1 de septiembre de 1986, por primera vez va a participar la resucitada Cofradía en las Fiestas del Santo Cristo. Aquel día acude la Cofradía de Valdepeñas a recibirnos, a la entrada del pueblo, en la Noguera del Sordo, en el mismo lugar en que siempre se recibía a ka Cofradía de Jaén. Allí se celebró el reencuentro entre ambas Hermandades, resucitando las antiguas costumbres y protocolos de estos encuentros. En muchos de los cofrades presentes, con algunos años a sus espaldas, asomaron numerosas y abundantes lagrimas por la emoción del momento.
Durante los días 14, 15 y 16 de Septiembre se celebro el primer triduo en la Parroquia de San Juan de la Cruz, de Jaén, y el día 16 el primer acto de hermandad.
Con fecha 16‑10‑86 se aprueban los Estatutos y con fecha 12 de febrero de 1987 se produce la confirmación del Hermano Mayor D, Antonio Torres Valderas por el Obispo de Jaén D. Miguel Peinado.