Santa Catalina

Título Completo: 
Cofradía de Santa Catalina de Alejandría

Sede canónica: 
Parroquia de San Pedro Pascual

Imágenes Titulares: 
Santa Catalina de Alejandría

Breve Historia:
Bajo estos lejanos años bajo medievales, gracias a la benemérita labor de los cofrades, el culto y devoción a Santa Catalina de Mártir, Patrona de la Ciudad de Jaén desde el mismo año en que el Rey Fernando III reconquistó esta importante fortaleza militar a los  musulmanes, fue echando raíces entre los jiennenses de todos los estamentos sociales por lo que no fue extraño que a principios del Siglo XV un grupo de apreciables de labradores, artesanos, menestrales y algunos hidalgos decidieran fundar en el Convento de Santo Domingo, que los padres habían abierto en el año 1384 una Cofradía de Gloria bala la única advocación de Santa Catalina de Mártir, dándose así circunstancia curiosa de que esta Santa tuviera en Jaén dos cofradías funcionando simultáneamente.

 

Hecho éste que en la historia de las Cofradías Jiennenses sólo tenemos pruebas documentales que se haya producido en un caso más, el de Jesús Nazareno que tuvo una Cofradía Laical sita en la Catedral y otra pasionista en el Convento de los Carmelitas Descalzos que con el transcurso del tiempo cambiaría su sede canónica, -pensamos que nos puede dar una idea aproximada de la gran importancia de estas Cofradías de Gloria-.

 

De las dos Cofradías de Santa Catalina de Mártir, a la luz de los documentos que hemos tenido oportunidad de analizar en el Archivo Histórico Provincial de Jaén, en el Diocesano de la Catedral y en el Municipal, no nos cabe la menor duda que la ubicada en el Convento de la Magdalena, en el antiguo barrio Jiennense de la Magdalena, no sólo fue la principal con esta titularidad, sino una de las más importantes de las Cofradías de Gloria de la Ciudad de Jaén desde los primeros decenios del Siglo XV, hasta la Desamortización de Álvarez de Mendizábal en el año 1835, que se produciría su decaimiento.

 

En primer lugar diremos que esta Hermandad era una Cofradía abierta a todo aquel vecino de Jaén que fuera cristiano viejo, virtuoso, de buena vida y costumbres, descendiente de legítimo matrimonio y que estuviera dispuesto a cumplir fielmente las obligaciones y deberes recogidos en los Estatutos de la Cofradía.

 

Durante los Siglos XV, XVI, XVII y primera mitad del XVIII, si los aspirantes que querían entrar en ella reunían estas condiciones, había plazas disponibles y los cofrades convocados por el muñidor de la Cofradía a sesión ordinaria de Cabildo, habiéndose estudiado y debatido el tema daban su conformidad era admitidos, pero sino quedaban excluidos.
En segundo lugar diremos que el fin principal de esta Cofradía era rendir el culto y veneración debido a la Patrona de la Ciudad de Jaén, Santa Catalina, Mártir de Alejandría que, con gran generosidad y entrega, no dudo en el año 305 de la era cristiana en dar la vida por defender su fe en cristo.

 

Los cofrades jiennenses de Santa Catalina realizaban a lo largo del año una serie de actividades religiosas entre a que debemos destacar las siguiente:
–          La celebración en la iglesia del Convento de Santo Domingo de la fiesta de la Santa el 25 de noviembre con sus correspondientes Vísperas la tarde anterior, su solemne Misa Mayor en la mañana de día de la Santa y su posterior procesión por las calles de la ciudad.
–          La asistencia en forma de Cofradía con sus velas encendidas en la función religiosa del día 2 de febrero, festividad de la Purificación de la Virgen.
–          La asistencia a los oficios religiosos del Jueves Santo en el Convento de Santo Domingo con su correspondiente cera.
–          La participación en la solemnidad procesión del Corpus Cristi.
–          La asistencia a las misas de difuntos por las almas de los hermanos cofrades ya fallecidos.
–          La ayuda espiritual a todos aquellos hermanos de la Cofradía que la necesitara.

 

Si bien todas estas actividades tenían su importancia es evidente que la que más trabajo, esfuerzo e ilusión proporcionaba era la celebración de las fiestas en el Convento de los Padres Dominicos, pues aunque estos colaboraban eficazmente con ellos preocupándose de que su iglesia estuviera todos los años en las mejores condiciones ornamentales y acústicas, los cofrades se encargaban de que la ropa que la Santa vestía en su día estuviera convenientemente preparada para la ocasión; de comprar cera de primera calidad para su altar y para poner en las andas en las que era sacada en procesión una vez finalizada la misa mayor; de buscar un predicador cualificado que se ocupara del sermón en loor de Santa Catalina; de contratar a los ministriles que iban a tañer junto al organista del Convento de Santo Domingo en la celebración de la misa mayor y posteriormente en el recorrido que hacia la procesión de la Santa por las calles de Jaén; de preocuparse de que no faltara ningún hermano a todos los actos religiosos que se oficiaban en el Convento de los Dominicos y a la posterior convivencia que se celebraba en éste acabada la procesión de la Santa y una vez que los padres Dominicos habían acompañado a las Autoridades Municipales a las puertas de su Convento para despedirlos y darles las gracias por su asistencia en forma de ciudad a la misa mayor y a la procesión.

 

Gracias al magnífico trabajo llevado a cabo por tantos hermanos de esta Cofradía de Gloria en el transcurso de los Siglos, incluso en los años de fuerte crisis económica como fueron desde mediados de la década de 1640 a los comienzos del decenio de 1690, la celebración de la festividad de Santa Catalina no sólo tuvo una gran categoría sino que se incardino profundamente en el sentimiento y en el pensamiento de todos los vecinos de Jaén.

 

En cuanto a las otras actividades religiosas anuales en las que tomaba parte la Cofradía debemos decir que, según lo que hemos podido apreciar en los protocolos notariales Jiennenses de estos siglos, sus cofrades participaron siempre con el afán y solicitud que demandaba el compromiso individual y colectivo contenido en las ordenanzas de la Cofradía y que habían adquirido desde el mismo momento que ingresaban en la Cofradía.

 

En lugar destacado diremos que otro capítulo importante de la vida y funcionamiento de nuestra Cofradía era el de proporcionar ayuda económica a las famílias de aquellos cofrades que al morir dejaban una situación de pobreza a us mujer e hijos, ya qu esta ayuda no sólo servía para abonar parte de lo que costaban las ceremonias fúnebres, sino que también les daba algún dinero para que pudieran hacer frente a os gastos familiares más imprescindibles mientras tanto alguno de sus componentes encontraban un trabajo que les permitiera sacar adelante a la familia.

 

Con estas actividades, comportamientos y objetivos se desarrolló la vida y el funcionamiento de la Cofradía de Santa Catalina en la ciudad de Jaén durante los Siglos XV, XVI, XVII y primera mitad del XVIII. Sin embargo a partir de la segunda mitad de esta comenzará otra etapa de la historia de ésta y otras Cofradías Jiennenses muy distintas a la que hasta aquí hemos narrado. A juicio nuestro las causas que produjeron este notable cambio, tanto en las cofradías como en las demás, fueron las siguientes:
a)      Una actitud menos favorable hacia la iglesia por parte de algunos influyentes políticos de la Monarquía Española.
b)      La aprobación en tiempos del Rey Carlos III de medidas tendentes a reducir el gran número de Cofradías que había entonces en España e incautarles sus bienes y dedicarlos a la manutención de los pobres y para su instrucción. Para darnos una idea aproximada del impacto de estas medidas en Jaén diremos que en el decenio de 1780 desaparecieron nada menos que veintisiete Cofradías.

 

Más adelante, la invasión francesa de comienzos de Siglo XIX y posteriormente en el año 1835 la Desamortización de Mendizábal iba a ser poderosos eslabones en menguar aún más la deteriorada actividad de la Cofradía de Santa Catalina de Alejandría. Este deterioro se iba a detener e incluso habría una cierta recuperación en el primer periodo de la Restauración Borbónica, recuperación que se iba a estancar e incluso llegaría a desaparecer durante los primeros años del Siglo XX, hasta que en el año 1964 un grupo de esforzados cofrades la refundaran e intentaran recuperar el esplendor que tuvo a finales de la baja Edad Media.

 

Este grupo de cofrades capitaneados por Manuel Petaña y otros consiguieron no solo la recuperación de la Cofradía, sino la instauración de la procesión en el cerro de Santa Catalina y de una popular Romería en la capital de la provincia.

 

En la época actual, la Romería se celebra el 25 de noviembre,  cuando es fiesta local y en el domingo más próximo a la fecha anterior, en caso de no ser fiesta local.