Orígenes del Vía Crucis del Miércoles de Ceniza

 

El Vía Crucis de Miércoles de Ceniza marca con austera solemnidad el inicio de unos días de intensa actividad cofrade. Es el pórtico de la Cuaresma, tiempo de reflexión y espera en el que la ciudad cambia el carácter para hacerse, poco a poco, nazarena.

La creación de la Agrupación de Cofradías de Semana Santa vino a resaltar el comienzo de la Cuaresma y por acuerdo del 11 de enero de 1952 se dispuso que cada año, en la noche del Miércoles de Ceniza, la Agrupación organizase un Vía Crucis público que iniciara la actividad cofrade de cara a la Semana Santa. Este Vía Crucis partiría de la parroquia de San Ildefonso hacia la Catedral, pasando por las calles Bernabé Soriano y Campanas. A lo largo del itinerario se señalizaban las Estaciones del Vía Crucis con unas cruces de madera. En la Catedral, el Sr. Obispo daba al final la bendición con la reliquia del Santo Rostro.

El cortejo lo encabezaba una cruz de guía con la palabra Silencio. Tras ella caminaban los fieles en nutrido número y la imagen que presidía el Vía Crucis, cerrando el cortejo la autoridad religiosa y la representación civil y militar, así como la Junta de Gobierno de la Agrupación de Cofradías.

El primer Vía Crucis salió el Miércoles de Ceniza de 1952 y lo presidió la imagen del Cristo de la Expiración, que repetiría en años siguientes. En 1953 se incorporó también el Cristo de la Clemencia. Después, desde 1958 comenzó a presidir el Vía Crucis el Cristo de las Misericordias, imagen que se venera en la Catedral y que era portada en unas pequeñas andas.

La crisis cofrade de los 70 motivó que a partir de 1969 dejara de celebrarse este culto por las calles de la ciudad, pasando a rezarse el Vía Crucis en el interior de las naves de la S.I. Catedral, acompañado de la bendición e imposición de la ceniza.

Sería en 1992 cuando se retomó la práctica del Vía Crucis público, trasladando al efecto a la Catedral  una imagen titular de las cofradías jiennenses. Aquel año se trató del Cristo de la Vera Cruz.